Sin duda, se trata del método anticonceptivo por antonomasia, el más antiguo, el permitido por todas las religiones, y el que se ha venido practicando desde que el tiempo es tiempo, para evitar, así, embarazos no deseados.
El método es muy sencillo de poner en práctica, aunque su éxito no es siempre el deseado. El método consiste en realizar el coito de manera normal (aunque, es conveniente que el hombre se encuentre encima durante el acto), y justo antes del orgasmo masculino detener la penetración y eyacular fuera de la vagina.
De esta forma se consigue que el semen no quede dentro de la mujer, reduciendo el riesgo de embarazo. Sin embargo, este método tiene dos problemas básicos. Por un lado, no es seguro al cien por cien, ya que el pene del hombre expulsa espermatozoides antes de la eyaculación (residuos de eyaculaciones anteriores), y, por otro, es claramente insatisfactorio, ya que justo en el momento de mayor placer hay que detener la penetración.
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