miércoles, 7 de abril de 2010
Complejo de Edipo
Complejo de Edipo
El niño siente un interés especial en su padre, quisiera ser como él y reemplazarlo en todo. Hace de su padre, su ideal. Esto no implica una posición femenina o pasiva respecto al padre, sino que es estrictamente masculina y se concilia muy bien con el Complejo de Edipo, a cuya preparación contribuye.
Aproximadamente en el mismo tiempo de esta identificación con el padre, el niño comienza a tomar a su madre como objeto de sus pulsiones. De esta manera, se observan dos enlaces diferentes. Con lamadre, de orden sexual y con el padre se juega una identificación, es el modelo al que imita. Estos dos enlaces coexisten durante un tiempo sin dificultades. Pero a medida que la vida psíquica tiende a unificación, van aproximándose hasta que terminan por encontrarse, y de esta confluencia nace el Complejo de Edipo normal.
La identificación es ambivalente y así como se puede manifestarse por medio del cariño, también puede hacerlo por medio de la manifestación del odio. En ese último caso es como una ramificación de la primera fase de la organización libidinal, la oral, en la cual el sujeto se incorporaba al objeto estimado, comiéndoselo, y al hacerlo, lo destruía.
En el mito de Totem y tabú, había un padre dueño de todas las mujeres, accedía a todas. Los hijos se unieron para matarlo y obtener ellos el acceso a las mujeres. Una vez realizada la matanza, hacen la comida totémica, suponiendo que al incorporarlo iban a ser como el padre. Sin embargo surgen sentimientos ambivalentes: el amor al padre y la culpa por el parricidio. Los hijos no se permiten el acceso a las mujeres del padre. El padre muerto tiene eficacia, pues pasan de la endogamia a la exogamia. Es así como se instaura la ley de prohibición del incesto. Las mujeres de la tribu, a las que el Padre accedía y a las cuales los hermanos querían acceder, esas mismas quedan prohibidas.
En la identificación con el padre, éste es lo que se quiere ser. En la elección del padre como objeto sexual, es lo que se quiere tener. La diferencia está en que el factor interesado sea el sujeto o el objeto del yo.
La identificación aspira a conformar el propio yo análogamente al otro tomado como modelo.
El complejo de Edipo es el fenómeno central del período sexual infantil. Luego sucede su sepultamiento, ocaso o disolución. Es reprimido y viene el período de latencia.
Cuando el niño siente interés sobre sus genitales se empieza a tocar. En cierto momento, freud dice que se inicia la masturbación, debido a la excitación que trae el complejo de edipo al niño.
Advierte que los mayores no aprueban tales prácticas onanísticas y de alguna manera surge la amenaza de cortarle esa parte privilegiada del cuerpo. Otras veces la amenaza recae sobre la mano. Al principio el niño descree esta amenaza. El complejo de Edipo ofrecía al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y otra pasiva. Se podía ubicar en posición masculina, en el lugar del padre y tratar como él a su madre. En esta actitud, el padre resulta un estorbo. La otra opción es querer reemplazar a la madre y dejarse amar por el padre, resultando superflua la madre.
En el niño la aceptación de la posibilidad de castración y el descubrimiento de la mujer que aparece castrada, puso fin a las dos posibilidades de satisfacción relacionadas con el complejo de Edipo. Ambas implican la pérdida del pene, la femenina como premisa, la masculina como castigo. La premisa fálica remite directamente a la castración. Así surge un conflicto entre el interés narcisista por el pene y la carga libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto, generalmente, el niño se aparta del complejo de Edipo. Si por desear a la madre, el padre puede cortarle el pene, castrarlo, el miedo es mayor al deseo, y esos sentimientos incestuosos se reprimen. De esta manera entra en el período de latencia. Se constituye entonces el nódulo del superyo, que toma del padre su rigor, perpetuando la prohibición del incesto.
¿Qué es el complejo de Edipo?
Es un conjunto de sentimientos y pulsiones contradictorias que aparecen en los niños de entre 3 y 5 años. Descrito por Freud y sus discípulos de forma detallada, el complejo de Edipo en el varón se puede resumir de la siguiente manera: experimenta un deseo de posesión de la madre y, por tanto, de eliminación del padre, con el que sin embargo existe una tendencia a la identificación. Es una mezcla de "odio" y de admiración. El miedo a ser castigado por estos deseos se expresa por el temor a perder el pene: es la angustia de la castración.
En la niña, el esquema es simétrico aunque algo más complejo. Siente el deseo de posesión del padre y un rechazo por la madre, con la que, no obstante, se identifica. Además, se suele añadir un deseo de poseer pene: la envidia del pene.
sábado, 3 de abril de 2010
lcahuetería filopedófila en Holanda… y aquí / El caso de Cuba
3 de Abril de 2010 - 13:05:06 - Pío Moa
Recuerdo un pederasta que, en un reportaje danés, clamaba por la necesidad de "iniciar" a los niños en el sexo a la más temprana edad, para "no perder tiempo", porque después "es demasiado tarde". De forma vergonzante o indirecta, se viene haciendo desde hace mucho, pero en Holanda parece que acaban de sistematizar el consejo. "Semana de las cosquillas primaverales", le llaman al asunto, y se da a partir de los cinco años. Parece que la escuela Montessori de Ámsterdam está encantada.
Lo más interesante es la argumentación justificativa: una "educadora" dice que dejar esa "educación" para la pubertad es un error, porque "a esa edad, es demasiado tarde. Los niños no conversarán con sus padres sobre temas de sexualidad"; y hay que evitar que unos y otros se sientan "cohibidos". Y añade otra "Queremos enseñarles a los niños que la sexualidad es parte de la vida, como comer, vivir y dormir".
Nada podría ser más revelador que esta retórica, típica de todas las perversiones. Desde luego, la sexualidad no es como comer, beber o dormir, y que la señora lo ponga todo en el mismo plano ya indica su calidad intelectual y moral. Pero sin duda es parte de la vida. En realidad, parte de la vida son todas las conductas y actos humanos, incluidos, por supuesto, el robo, el asesinato, el infanticidio, el aborto, la corrupción de los políticos, la perversión de menores, la drogadicción, el maltrato doméstico, la prostitución, la mentira organizada, y tantísimas cosas más. Todas ellas son parte de la vida, al igual que las contrarias.
Estas señoras esgrimen otra argucia: "Como los niños reciben tantos estímulos del entorno, la televisión e Internet...", pues claro, hay que "aclararles las cosas" desde el primer momento. Vivimos, en efecto, una época de puterío generalizado, de consecuencias bien conocidas. Y esta gente tiene su receta: los problemas del puterío se resuelven con más puterío.
La moral es el rasgo clave del ser humano, lo que de modo más decisivo le separa de los animales. Y eso, el aspecto moral de los actos, es lo que intentan suprimir las tendencias progresistas, también estos "educadores" aficionados a hacer "cosquillas" a los niños (después de todo, se trataría de cosas "naturales", propias de "la vida"). Es el intento de volver a la, digamos, inocencia animal. Pero ello es imposible, y la moral les envuelve también a ellos. A sus actos y conductas se les ha llamado siempre alcahuetería y perversión de menores.
Pronto lo veremos en España, de la mano de Zapo y compañía. De manera no tan cruda lo llevamos viendo mucho tiempo.
-----------------------------
**** Cuba, la protesta de muchos cubanos que piden la libertad de la isla, está obrando como revelador de la calaña de nuestros políticos. Lo mismo que su actitud ante la ETA, o ante Solzhenitsin en 1976: no han cambiado, y si lo han hecho es a peor. El PSOE colabora directamente con la tiranía castrista, y el PP muestra la mayor y más hipócrita indiferencia. Se ve que las protestas de los cubanos que piden libertad no son "economía". Por cierto, nótese como estos señoritos / as golfos / as hablan de la "presunción de inocencia" respecto de Garzón, seguramente con la esperanza de reciprocidad en el caso Gürtel. Que este sí es "economía".
Lo más interesante es la argumentación justificativa: una "educadora" dice que dejar esa "educación" para la pubertad es un error, porque "a esa edad, es demasiado tarde. Los niños no conversarán con sus padres sobre temas de sexualidad"; y hay que evitar que unos y otros se sientan "cohibidos". Y añade otra "Queremos enseñarles a los niños que la sexualidad es parte de la vida, como comer, vivir y dormir".
Nada podría ser más revelador que esta retórica, típica de todas las perversiones. Desde luego, la sexualidad no es como comer, beber o dormir, y que la señora lo ponga todo en el mismo plano ya indica su calidad intelectual y moral. Pero sin duda es parte de la vida. En realidad, parte de la vida son todas las conductas y actos humanos, incluidos, por supuesto, el robo, el asesinato, el infanticidio, el aborto, la corrupción de los políticos, la perversión de menores, la drogadicción, el maltrato doméstico, la prostitución, la mentira organizada, y tantísimas cosas más. Todas ellas son parte de la vida, al igual que las contrarias.
Estas señoras esgrimen otra argucia: "Como los niños reciben tantos estímulos del entorno, la televisión e Internet...", pues claro, hay que "aclararles las cosas" desde el primer momento. Vivimos, en efecto, una época de puterío generalizado, de consecuencias bien conocidas. Y esta gente tiene su receta: los problemas del puterío se resuelven con más puterío.
La moral es el rasgo clave del ser humano, lo que de modo más decisivo le separa de los animales. Y eso, el aspecto moral de los actos, es lo que intentan suprimir las tendencias progresistas, también estos "educadores" aficionados a hacer "cosquillas" a los niños (después de todo, se trataría de cosas "naturales", propias de "la vida"). Es el intento de volver a la, digamos, inocencia animal. Pero ello es imposible, y la moral les envuelve también a ellos. A sus actos y conductas se les ha llamado siempre alcahuetería y perversión de menores.
Pronto lo veremos en España, de la mano de Zapo y compañía. De manera no tan cruda lo llevamos viendo mucho tiempo.
-----------------------------
**** Cuba, la protesta de muchos cubanos que piden la libertad de la isla, está obrando como revelador de la calaña de nuestros políticos. Lo mismo que su actitud ante la ETA, o ante Solzhenitsin en 1976: no han cambiado, y si lo han hecho es a peor. El PSOE colabora directamente con la tiranía castrista, y el PP muestra la mayor y más hipócrita indiferencia. Se ve que las protestas de los cubanos que piden libertad no son "economía". Por cierto, nótese como estos señoritos / as golfos / as hablan de la "presunción de inocencia" respecto de Garzón, seguramente con la esperanza de reciprocidad en el caso Gürtel. Que este sí es "economía".
viernes, 12 de marzo de 2010
Complejo de Edipo
Complejo de Edipo

Edipo es el mítico rey de Tebas, hijo de Layo y Yocasta, que mató, sin saberlo, a su propio padre y desposó a su madre.
Al nacer Edipo, el Oráculo auguró a su padre lo que sucedería; y Layo, queriendo evitar el destino lo mandó matar recién nacido.
Apiadado de él, su verdugo en lugar de matarlo lo abandonó en un monte. Un pastor halló al bebé y lo entregó a los reyes de Corinto que se encargaron de su crianza.
Cuando Edipo llegó a la adolescencia comenzó a sospechar que no era hijo de sus pretendidos padres. Para salir de dudas consultó al Oráculo que le auguró que mataría a su padre y desposaría a su madre.
Edipo, creyendo que sus padres eran los que lo habían criado, decidió alejarse para huir a su destino.
Emprende un viaje y en el camino hacia Tebas se encuentra con Layo en una encrucijada, discute con él por la preferencia de paso y lo mata sin saber que era el rey de Tebas y también su verdadero padre.
Después de pasar una prueba muy difícil, Edipo es nombrado rey y se casa con la viuda de Layo, Yocasta, su verdadera madre.
Descubre posteriormente que es el hijo de Yocasta y Layo.
Al enterarse Yocasta que se ha casado con su propio hijo se suicida y Edipo se quita los ojos con los broches de su vestido, abandona el trono y huye.
Sigmund Freud se inspira en esta tragedia griega para explicar la tendencia amorosa de los varones hacia la madre y los celos, en conflicto con el afecto, hacia el padre y la misma tendencia en las mujeres con sus progenitores, en forma opuesta, aunque reconoce que en las niñas el Edipo no es simétrico al del niño, debido a la estructura de la relación de ambos bebés con la madre antes de los tres años.
El Complejo de Edipo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo humano.
Freud afirma que esta tendencia es Universal e independiente de la cultura y organización familiar.
Todo ser humano tiene por lo tanto impuesta la tarea de dominar el Complejo de Edipo.
La elaboración emocional de este complejo se logra cuando el varón renuncia a la madreporque acepta que es del padre, y cuando la mujer renuncia al padre porque acepta que es de la madre; y es superado con mayor o menor éxito con la elección de un tipo particular de pareja fuera del triángulo familiar.
En el varón, querer ser como el padre para agradarle a la madre permite la identificación con el progenitor del mismo sexo. Lo mismo desea la mujer con la madre.
Las identificaciones con el progenitor del mismo sexo son muy importantes porque condicionan la futura tendencia sexual del niño o de la niña.
Bibliografía:”Diccionario de Psicoanálisis” de Laplanche y Pontalis, Editorial Labor S.A., 1ra. Edición, Barcelona, España, año 1971
lunes, 1 de febrero de 2010
Perspectiva de género, mujer y homosexualismo: falsos tópicos
Vivimos de tópicos, posiblemente cada vez más. En la medida que la sociedad pierde sentido crítico entendido como la capacidad para elaborar juicios propios, el tópico tiende a crecer. Lo que sucede es que pueden ser ciertos o erróneos. Quiero referirme a dos que además tienen la característica de ser muy políticamente incorrectos.
Se trata de la correlación que se hace desde la perspectiva de género entre el grado de democracia de una sociedad y el papel público que en ella posee la mujer y la correlación que se hace entre su emancipación y la asunción del homosexualismo en su dimensión social, en su reconocimiento colectivo. Ambas afirmaciones son históricamente erróneas.
Esta teoría histórica que plantea como dogma la ideología de género lo es todo menos fruto del análisis histórico.
En Esparta, una sociedad absolutamente militarizada, y en la sociedad etrusca, regida por un sistema aristocrático restringido, la mujer tenía un papel público mucho mayor que en la democrática Atenas y la Roma republicana. En la sociedad ateniense de la cual todavía sacamos enseñanzas sobre nuestra democracia, sobre todo de la mano de Aristóteles, la mujer era un ser de segunda clase y su vida transcurría prácticamente encerrada en casa. De hecho, su rol era semejante al que hoy tienen en las sociedades islámicas más cerradas. En el caso de la Roma republicana la situación no era tan grave pero su vida estaba muy constreñida. El padre o el marido eran los dos polos que ordenaban su existencia. En la Edad Media, bajo el sistema feudal, las mujeres alcanzaron una singular importancia. Como reinas o señoras su papel público existió y fue en muchos casos determinante. Aunque no encaje con la pretensión del feminismo radical, Isabel la Católica mandaba, y mucho, y en ningún caso quedó supeditada a su marido. La corona, la función, pesaba más que su condición de hombre o mujer. También su capacidad, naturalmente.
El homosexualismo tuvo un gran reconocimiento en la sociedad ateniense. De hecho, era una práctica habitual y bien vista, aunque en términos distintos y mucho más acotados que como hoy se entiende. Era la relación de un adulto activo con un joven al que iniciaba en una relación homoerótica. En ningún caso, a pesar de esta asunción, se concibió como equivalente a una relación matrimonial. En este contexto, el matrimonio era visto como una institución necesaria que relegaba a aquel papel secundario a la mujer. El predominio de la homosexualidad no guardó ninguna relación con ningún proceso emancipador, más bien todo lo contrario. En sentido opuesto, en la Edad Media, donde la homosexualidad incluso en el ámbito privado estaba penalizada, la mujer alcanzó una presencia social que estaba en función de su clase, de su posición socio-económica, de su estatus institucional, pero no tanto de su condición femenina.
domingo, 17 de enero de 2010
SEXUALIDAD Y DROGAS
En una buena fiesta no puede faltar de nada. La mansión de Hugh Hefner, magnate de Playboy, prefigura escenas de bacanal romana, en la época en la que tocaban a las puertas del imperio las invasiones bárbaras y en la corte de Calígula quemaban los últimos restos del alcohol, los alucinógenos y la dignidad de los esclavos.
A juzgar por lo poco que dejan a la imaginación las memorias de algunas de sus más célebres conejitas, Hefner, a sus 78 años, lleva la edad por dentro y parece que aún se solivianta con las “12 conejitas esclavas” que colecciona en su mansión de barbies destocadas, o eso cuenta una de las habituales, la ex playmate Jill Ann Spaulding.
Promesas del Viagra
La pócima de Astérix del abuelito de Playboy se llama citrato de sildenafil, y fue patentado en 1996 bajo el nombre de Viagra por los laboratorios Pzifer.
Tras unos comienzos turbios, en los que se le atribuyeron acciones mortíferas, y todo infarto o colapso en la cama se interpretaba como un castigo divino sobre viejos verdes y viciosos varios, el Viagra venció los augurios sacros de la imaginería popular, que ya aseguraba el uso de aquella píldora maldita abocaba a la promiscuidad y el vicio y hasta podía dejarle a uno ciego, si no tieso en el acto.
En el frente opuesto tampoco faltaron los profetas de la “píldora mágica” o “pastilla de la felicidad”, que se prometían una droga de placeres inimaginables, comienzo de una era de superhombres y dioses del amor: los ancianos más achacosos se levantarían de sus postrimerías y hasta el más indiferente quedaría fuera de control.
Pero se fue la fantasía inicial con la vergüenza de pedir la dichosa pastilla en la cola de la farmacia, hasta que ya hoy pocas veces se acude a un lenguaje ni satánico ni olímpico para hablar del Viagra. Quizá aguarde aún nueva aclaración pública de sus contraindicaciones, por ejemplo: ¿puede crear adicción? Hasta ahora la respuesta es que no existe certeza farmacológica alguna que lo indique. Aunque no falta quien pregunta cuántas me puedo tomar al día, visiblemente satisfecho con su compra. ¿Y no sería culpar al Viagra de esta dependencia como matar al mensajero?
Sexoadictos
“Admitimos que éramos impotentes ante la lujuria, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”, reza el primero de los principios propuestos en el decálogo de “Sexólicos Anónimos”, una fraternidad de hombres y mujeres adictos al sexo.
Cuando Michael Douglas confesó públicamente su adicción al sexo para ingresar en una clínica especializada, quien no esbozó una sonrisa de estupor se apresuró a incluirse cínicamente en la misma situación que el conocido actor.
La relación con el problema ha madurado desde entonces, y las clínicas y asociaciones especializadas en este tipo de parafilias han ido adquiriendo cierto protagonismo. La conducta compulsiva sexual se diagnostica y se trata como una adicción más en estos centros. “La sexoadicción, al contrario que la ninfomanía, no incide en la frecuencia, sino en el malestar psíquico que genera la falta de autocontrol”, aclara la psicóloga y sexóloga Pilar Cristóbal. Este malestar ha servido para describir un cuadro sintomático de abstinencia al sexo, por el que atraviesan los pacientes que no logran satisfacer su ansia de consumo.
El sexo, como producto de consumo, tiene una presencia incontenible hoy en día: ¿sería la explicación de la adicción atendible para este fenómeno? A colmo de la cantidad, la oferta de sexo se ha diversificado cada vez más, explotando toda suerte de soluciones y alicientes extremos:
En la Barcelona de los años 30 los personajes de Vida Privada, de Josep María de Sagarra, bajaban al ‘barrio chino’ en busca de sexo y cocaína. Actualmente, Internet revela cada día sus últimas innovaciones en materia de sexo, difícilmente entendibles sin volver la vista a lo patológico
Drogas para potenciar la sexualidad
Mucho se ha hablado de los efectos milagrosos de ciertas drogas en la cama. De cómo se logra potenciar el placer sexual bajo los efectos de alguna droga hipnótica o después de haberse fumado un porro. En cuanto al alcohol, se ha convertido en un ingrediente prácticamente imprescindible del cortejo. “Es la falta de amor la que llena los bares”, dice Lichis (‘La Cabra Mecánica’).
El alcohol, la marihuana o el hachís, como agentes desinhibidores, pueden favorecer el atrevimiento y vencer la vergüenza de los primeros contactos. Sin embargo, a la larga se antojan poco efectivas las artes de seducción de pupila perdida y cara somnolienta que concede la marihuana; o el aliento a whisky, paso sonámbulo y hablar trabado de la borrachera.
Saldrían más a cuenta otros ardides, desusados por cándidos, como era aprovechar la botella mejor para hacerla girar en el centro de un corro mixto de preadolescentes y que la suerte repartiese la ruleta de besos. Que ya lo dice el autor de Mujeres: “Si quieres beber, bebe, pero si quieres hacer el amor, abandona la bebida”. Charles Bukowski, escritor, bebedor y mujeriego.
Son las estimulantes del sistema nervioso(véase anfetaminas, éxtasis o cocaína) las drogas que ostentan el mayor prestigio sexual. Las aplicaciones del acicate concreto son varias, pero el resultado sería siempre el mismo: convertirse en una máquina del sexo de proporciones inconcebibles para el hombre común.
Y en esta línea de recomendaciones, también hemos sabido de los efectos milagrosos de la falta de oxígeno en el cerebro en el momento del orgasmo, en favor de lo cual, muchos han optado por envolverse la cabeza con una bolsa de plástico, situación en la que han sido hallados autoasfixiados en retretes públicos o pasillos del metro.
Aparte del perjuicio que las drogas ocasionan en el sistema nervioso central, lo que afecta directamente a la excitación y a la capacidad eréctil, lo cierto es que su efecto es más bien sustitutivo del sexo, y no complementario. Finalmente el consumo de drogas deriva en la inapetencia, cuando no en la impotencia sexual.
El caso de la heroína es particularmente gráfico. A menudo comparada con un orgasmo, sus usuarios defienden que las sensaciones con la heroína son más intensas y placenteras que con el sexo, al que finalmente renuncian. “Coge el mejor orgasmo que hayas tenido, multiplícalo por mil y ni siquiera andarás cerca”, sentencia el protagonista de Trainspotting. Los análisis de plasma en consumidores de heroína revelan niveles ínfimos de testosterona en sangre.
La última revolución sexual
“Haz el amor y no la guerra” se esgrimió como uno de los eslóganes de la revolución sexual en los díscolos años 60. Se desbarataban los tabúes del sexo, también en lo referente a las drogas. La literatura, la música, el cine, se hacían eco de los nuevos incentivos populares.
Pero la liberación sexual que parecía definitiva se apagó en los años 80 entre las tinieblas de una amenaza devastadora: el VIH o virus del SIDA. Una epidemia a la que se confirió la cota de designio divino, enviado para aplacar los excesos de la inmoralidad sexual. El desconocimiento y el miedo al contagio trasladaron a las sociedades más avanzadas del siglo XX una atmósfera de plaga medieval contra la que no cabía más salvaguarda que la abstinencia y la contrición.
Con el tiempo las investigaciones progresaron y aparecieron los primeros remedios y precauciones. A medida que descendieron los índices siniestrales del SIDA (aunque esto ha sido sólo privilegio del ‘primer mundo’) volvió a despojarse de culpas y fatalidades el sexo, detonando la que podría calificarse como última revolución sexual.
Ni entonces ni ahora ha faltado la droga, no como aliciente real del sexo, sino de la sociedad en general. La búsqueda de placeres algo identificativo del ser humano y tiene algo también de compulsivo en todas sus manifestaciones, una insatisfacción endémica que nos instiga al reclamo permanente.
La última revolución sexual ha encontrado un tiempo y modus vivendi exponenciales de esta tendencia a la saturación y a la ansiedad. La oferta y la demanda, la competencia desquiciada y el consumo urgente han extendido sus preceptos a la forma de entender el sexo. La última revolución sexual se ha encontrado que el sexo está ya inventado, pero a la vez, hay que ofrecer algo nuevo, seguir vendiendo. Y así es que, para reinventar el sexo, alguien se ha acordado de la droga.
viernes, 15 de enero de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)